Y es que el cobro de 20 pesos por una bolsa, así numéricamente no sea significativo, nos da a entender el valor de lo que son capaces de hacer nuestros ilustres gobernantes.
Sabemos muy bien que a nuestros mandatarios les importa un carajo el pueblo, pero mucho menos les importa la ecología, o que sepamos lo que hacen con nuestros destinos, son descarados de frente.
En un país de primer mundo en el que se vea el desarrollo, lo más probable es que se logre salir adelante, que se hagan cosas favorables, pero aunque a nivel ambiental se ve bien visto, es obvio que se ve negativo a nivel económico porque tenemos consciencia de lo poco que nuestros gobernantes nos valoran.
Colombia siempre ha sido víctima de lo que piensan nuestros gobernantes, de la manera de administrar el poder, y si bien, no es una dictadura, si nos demuestran de la poca calidad que se ofrecen en las tiendas de barrio, en los mercados, y en la prestación de los servicios.
El problema no es el hecho del cobro de la bolsa, sino la corrupción que se va a seguir patrocinando, de que el dinero, como en todos los sectores, será mal invertido, y no se va a destinar para ninguno de los proyectos que el país necesita para salir adelantr, y como siempre servirá como una cortina de humo para distraer los desfalcos que deja a diario el interminable problema de la corrupción en Colombia.
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