Gran consternación ha causado la historia de la pareja
conformada por Gerardo Angulo y Carmenza Castañeda, secuestrados por las Farc, el 19 de abril del 2000 y asesinados por orden
del cabecilla del frente 53 de este grupo guerrillero.
Su hijo Héctor, cuenta con la voz entrecortada y una mirada muy triste, cómo el 19 de Abril del 2000 un
trágico hecho cambió su vida para
siempre: su padre y su madre fueron secuestrados en el kilómetro 4 de la vía Bogotá - La Calera.
Era un
Domingo de Ramos, sus padres se dirigían
hacia la casa que tenían en el pequeño municipio cercano a la capital, una
humilde casita que entre todos habían construido con mucho sacrificio y
dedicación de estrato dos.
“A mis padres les faltaba muy poco para llegar
a la casa, cuando un grupo de encapuchados,
armados hasta los dientes, le dieron la orden a mi papá que se bajara del vehículo
para una requisa. Él bajó, y mi mamá se quedó dentro del carro observando cómo
lo requisaban. Pasaron varios minutos cuando de repente todos subieron al carro Renault y se los llevaron”, cuenta.
En ese
momento empezó un calvario que, trece años después, aún no termina para la
familia Angulo Castañeda.
Héctor y su familia se enteraron del secuestro horas
después, gracias a un vecino que presenció el hecho. Puso la denuncia, pero
como siempre sucede en esos casos, la Policía le dijo que tenía que esperar 72
horas para empezar la búsqueda.
El comandante de la estación le respondió que iba
a instalar un retén en la salida del pueblo, eso era
todo la que podía hacer, relata el hijo mayor de la familia, que desde el
primer momento tomó la iniciativa de buscar a su padre, un anciano de 70 años,
quien tres meses atrás lo habían operado del corazón, y a su madre, una mujer
de 68, quien no podía caminar mucho porque sufría de vena várice.
Héctor que ahora tiene 53 años, es casado y con cuatro
hijos y vive en la localidad de Kennedy, se dio a la infructuosa tarea de ir
por largos años tras los rastros de sus seres queridos: recorrió a San Juan de Sumapaz y el cañón del río
Guatiquía, entre Cundinamarca y Meta, se reunió con varios jefes de la
guerrilla, pero aún después de conocer que sus padres fueron asesinados, nunca
tuvo respuesta.
“Estaba tan lleno de dolor. ¿Por qué los habían
secuestrado? ¿Cuál era su estado de salud?”, eran las preguntas que le
carcomían el alma a este hombre, quien decidió buscar ayuda en el Gobierno. Se entrevistó con el vicepresidente
de ese entonces, Francisco Santos, quien en varios actos públicos pidió por
la pronta liberación de la pareja de
abuelitos, pero eso fue todo.
Inicialmente, la guerrilla
pidió 800 millones de pesos por la liberación. Según Héctor, tras entregarles
certificados bancarios para comprobar que no podían pagar ese dinero, ajustaron
el cobro extorsivo a 250 millones. Después hubo un largo silencio en la
comunicación. Al cabo de varios meses, enviaron 60 millones de pesos a cambio
de pruebas de supervivencia que nunca
llegaron. Para la familia este pago
representó una gran deuda por lo que tuvieron que hipotecar lo poco que
tenían para seguir con la búsqueda.
Cada vez que Héctor
se enteraba de que liberaban a alguien, inmediatamente buscaba la forma de
entrevistarse con la persona para pedir información de sus padres. Quien le más
dio información sobre ellos fue Guillermo ‘La Chiva’ Cortes, secuestrado en el
2000 y quien compartió cautiverio con la pareja. ‘La chiva’ dijo que vio a Carmenza caminar por la selva, con las venas várices reventadas que le chasqueaban las botas plásticas por la
sangre.
sangre.
Después de ocho años de angustia, de búsqueda por las
selvas de Colombia, de buscar ayuda a varias entidades gubernamentales, de
varias entrevistas con los cabecillas de las
Farc, Héctor se enteró de que a sus padres los habían asesinado luego de tres meses de
secuestro, en julio del 2000. La razón habría sido por la dificultad de caminar de doña
Carmenza.
Carmenza.
Según
Héctor, la revelación la hizo un
guerrillero detenido hace 6 años. Este le dijo a un fiscal de Justicia y
Paz, el pasado mes de febrero, que ‘Romaña, hoy jefe militar del bloque
oriental de las Farc, ordenó acabar con sus vidas.
El testimonio del guerrillero confirmó
algo que Héctor y su familia sospechaban desde hacía mucho tiempo: Gerardo y
Carmenza fueron asesinados en el cañón del río Guatiquía, entre Cundinamarca y
Meta, debido a la edad avanzada.
Desde ese momento, los Angulo Castañeda
iniciaron una búsqueda implacable de los cuerpos, sin que hasta ahora tengan
noticia alguna.
El testimonio del guerrillero es hasta ahora la única pista que tienen.
Piden darles cristiana sepultura y que
los responsables de esta barbarie paguen por lo que hicieron, pero como la
mayor parte de casos en este país, los culpables no aparecen y la Justicia
sigue cojeando pero nunca llega.El testimonio del guerrillero es hasta ahora la única pista que tienen.
Por: Sandra Milena Ramírez Ocampo
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