La corrupción, el silencio, el miedo, y la falta de oportunidades, además de los retos, las amenazas de muerte y la paranoia han hecho que la sociedad sea capaz de crear estereotipos ideológicos, además de imponer un estilo como si fuera fútbol, izquierda, derecha y centro, como intentando decir que la vida se compone de vacilaciones, ya que al igual sin irnos más lejos, sin tener en cuenta que ninguna de las tres posiciones se tomen, nadie podrá definir el futuro del mundo.
Un periodismo que quiere ser sincero y no pasar por maleducado ante la audiencia y el rating, pasa por la fama de oportunista cuando se nota a leguas que trabajan bajo la batuta de aquellos que son sus jefes, los que marcan el monopolio, y dominan el mercado de los intereses.
En un mundo lleno de discriminación en el que menos corre vuela, resulta impactando y estrellándose con una sociedad inconforme, que no sabe para donde agarrar ni que pensar acerca de quien está diciendo la verdad.
Censura de todos los tamaños, formas, colores, y sabores, incluida con la pérdida de la vida de aquellos que hacen bien su trabajo sin importar las consecuencias.
La lluvia de insultos, cero retractaciones, pero a la hora de la verdad, faltos de etica, nos dejan ver como es que hace un político cuando no están de acuerdo con su gestion, y como es que se usa la táctica de las viviendas gratis y el tamal con chocolate en el caso de Colombia para generarle contentillo al pobre.
Ni que decir que las tendencias políticas son las que generan división, odio hacia Dios y a las religiones, y obviamente son un karma insuperable para un pueblo.
En todo caso, es triste como no admitir cuando alguien tiene la razón, y es fácil de atacar hasta porque tiene un punto grande de acné en medio de la nariz.
El mundo debería tomar consciencia que pata tener paz necesita primero tranquilidad interior y serenidad, es justo dejar la violencia y luchar por el mundo mejor que todos necesitamos
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