En el fútbol colombiano y mundial, existen personas que
se hacen llamar hinchas, pero lo único que hacen es perjudicar el espectáculo
por medio de su vandalismo y daño en bien ajeno.
Cuando cientos de personas acuden al espectáculo para
disfrutar de un buen momento, de un rato de esparcimiento, de un instante
agradable, siempre hay quienes te hacen daño, te hieren con armas blancas, de
fuego, a través de los golpes, de palabras que no van de acuerdo con un buen
lenguaje.
La violencia en el deporte es difícil de erradicar, sobre
todo si no hay quien colabore, quien denuncie, siempre se estigmatiza a los
clubes pensando que tienen la culpa, pero la verdad es que aquellos
delincuentes camuflados entre camisetas de fútbol son quienes más perjudican el
momento deportivo.
Las agresiones físicas y verbales, son aquellas cosas
complicadas de controlar de parte de una autoridad, ya que muy seguramente hay
formas de salir adelante, de mostrar poder, de someter a quienes quieren ver el
espectáculo como se debe.
Los más comunes agresores del fútbol colombiano, son los
de aquellos equipos grandes, como Atlético Nacional, América de Cali, DIM,
Deportivo Cali, Independiente Santa Fé, Millonarios, Once Caldas y Junior de
Barranquilla.
La violencia en el deporte es algo difícil de exterminar,
sobre todo si no hay quien colabore con la causa, con la principal fuente de
violencia que es la intolerancia hacia la diferencia, aprender a aceptar que
nos gustan cosas distintas, que no somos iguales.
Un momento para reflexionar sobre lo que nos han dado
nuestros clubes a nivel internacional, dan pie para pensar si vale la pena
agredirse, manchar el nombre por un juego, pasar años de cárcel como castigo
por un acto que no justifica el objetivo.
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