Nuestro país porta con orgullo su bandera y sus símbolos patrios, pero no conoce el verdadero origen de su historia, ni entiende el por qué de tantas fiestas en el año.
Apáticamente la gente no acepta las fiestas religiosas, pero las acepta como días de descanso, de dormir y de absoluta relajación. Por supuesto es una actitud arrogante, demostrada especialmente en celebraciones como la semana santa.
Enfrentados a esa realidad, llegó el día en que se presentaron serios problemas sociales. Con tantos días feriados, era inevitable que varios de ellos cayeran en martes o jueves, rompiendo la semana laboral por la mitad. Muchos parranderos se entusiasmaban tanto que no volvían a sus trabajos hasta el lunes siguiente.
Y, en lo peor del guayabo, se encontraban con la noticia de que les habían cancelado el contrato por justa causa. Después de cada feriado había más despidos, más conflictos, más desempleo, todo a través de la Ley Emiliani que autoriza la cantidad de festivos a los países.
No hay comentarios:
Publicar un comentario