El miedo a jugársela por un país en subdesarrollo es notorio, cuando se ve un bajo perfil de negocios y los gobiernos se hacen los de los ojos vendados ante tanta crisis de desempleo.
Un hogar promedio que gana un salario mínimo y que necesita invertir en cosas básicas como la educación, la salud, la alimentación y la vivienda, implica que todos aquellos que buscan un nivel medianamente bueno, se ven en apuros cuando el dinero no alcanza y se sube la canasta familiar debido a tantos gastos.
A diferencia de los países de primer mundo, la corrupción se evapora y se hace evidente que nadie quiere meterle mano a un país donde hay demasiada pobreza, donde las posibilidades de educarse con escasas si no cuenta con recursos públicos,
El problema de desempleo en Colombia, en parte se debe a que el país es mediocre en cuanto al tema de educación (comprobado en las pruebas mundiales PISA), el alto nivel de impuestos de valor agregado al 19% que cobran los descarados gobiernos, que los bancos no respaldan un país que no le hace inversión al progreso, y por supuesto, donde por culpa de las bajas oportunidades, mucha gente tiende al mal oficio de la delincuencia o le toca buscar opciones de vida en el exterior.
Fuera de ello, los que miden las cifras en Colombia, por petición del Gobierno, le mienten a la gente sobre las crisis que pasa el país, sobre las cifras, la corrupción les gana y la ambición enriquecedora muestran una realidad inequívoca de que todo es perfecto, color de rosa, muestran cosas que no dan a lugar.
Es tiempo de que tengamos buenos gobernantes a futuro. Que busquen progreso, que colaboren con las necesidades de los pueblos, pero sobre todo, que sean solidarios con la causa de dar ejemplo en la construcción de una sociedad mejor en la que se evite la delincuencia como último recurso.
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