No se necesita ser sacerdote, ni pastor, ni ningún líder de cualquier iglesia, sólo tener voluntad de ayudar al otro en la mala situación, brindarle su mano, y dar un mensaje espiritual en el momento oportuno.
La iglesia siempre invita a que cumplamos nuestra misión desde el lugar que nos corresponde, dando ejemplo de humildad, sacrificio y entrega a lo que necesitan los hermanos en la Fé y la sociedad en general.
Anunciar la palabra, y encomendar tu oficio a aquel que todo lo puede es lo fundamental para ser mejores, para sobresalir en lo que se sabe hacer. La actitud y la entrega por lo que se hace es la clave del éxito.
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