Una Colombia que por detrás de Estados Unidos y Canadá es el tercer país más costoso para vivir, pero en donde no se ven los beneficios de ninguna índole, donde la corrupción es el pan de cada día, y claramente donde la gente tiene que penar para subsistir porque no tienen como cumplir sus necesidades básicas.
Si tan solo los congresistas donarán el 2% de lo que se ganan mensualmente para poder llevar adelante una obra social, una colaboración a la comunidad, algo que pueda beneficiar a la población, sería un país digno de aplaudir para que salga adelante, para que resurja de sus crisis existenciales, para ser un modelo de Latinoamérica, pero el hambre y el poder son poderosos en contra de un país que busca progresar.
No hay peor enemigo que aquel gobierno que es enemigo del pueblo, que en vez de buscar soluciones, le encuentra problemas al asunto, escollos por resolver, y se encarga de obstaculizar el obrar de la población.
Es justo que se hiciera un alto en el camino, y que Colombia camine erguida para un mejor futuro, buscando cambios en la manera de pensar y de actuar. Solo con paz, deseos de progreso y un Gobierno responsable, sólo así nuestro amado país podrá ser el modelo que quiere imponer de un post conflicto ante el mundo.
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