Un club que tiene mucha hinchada para tan poca nómina, y de aquellos recuerdos que dejaron las cuatro finales de Copa Libertadores perdidas entre 1985 a 1996, a esta nómina de 2017 no hay ni la sombra.
Un escarlata que parece amarillo de las pálidas presentaciones que muestra, un club en el que la hinchada pide a gritos un cambio radical.
No es culpa de entrenador, o de un presidente, quizás de los jugadores, que no tienen el peso para mantener en pie el escudo de una camiseta.
Es triste ver desmoronado al América de Cali, pero es más triste aún verlo sin señales de vida, sin empuje, sin ganas de progreso. Un equipo al que le falta carisma para salir adelante.
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