La Navidad es una fiesta hermosa, dulce y muy especial. Siempre recibimos regalos del Niño Dios o de nuestros padres que simulan serlo para darnos detalles, cosas valiosas que hacen parte de nuestra vida, de nuestra existencia.
Nuestros tíos y abuelos también se esfuerzan por darnos algo que nos llegue a nuestro corazón y se quede para siempre en nuestra memoria.
En mi caso particular, a la edad de los 7 años, el 24 de Diciembre de 1996, el Niño Dios (mis padres y abuela en realidad) me regaló un Super Nintendo de los más modernos para la época y que para nuestros días todavía se sigue usando.
Si hay algo que nunca pasa de moda es las consolas de videojuegos, y los detalles más tiernos son los que quedan para siempre.
El videojuego sirvió para distraerme por más de 20 años sin ningún desperfecto, siempre fue mi compañía de momentos de aburrimiento y de esparcimiento.
Sin duda alguna que siempre lo llevo en mi corazón, mas que por el objeto, por la persona que me lo regaló; partió de este mundo en 2009, pero aún así me dejó un objeto de sana y valiosa diversión que supe disfrutar y sacarle el jugo cuanto pude
Todos tenemos recuerdos de aquellos regalos de Navidad, que por alguno u otro motivo siempre vamos a recordar
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