Hace 13 años la vida de Luis Fernando Montoya cambió por completo. El 22 de diciembre de 2004 tres disparos en su residencia lo dejaron con cuadriplejia. La tragedia que le partió la vida en dos sucedió meses después de conquistar la Copa Libertadores de América con el equipo Once Caldas de Manizales, y desde entonces su historia se ha convertido en un símbolo de superación.
Este viernes, en el aniversario del atentado del profe Montoya, uno de los técnicos más queridos por los colombianos, El Espectador recuerda su historia, legado y evolución.
El “Campeón de la Vida”
El profe Montoya pasó de entrenar futbolistas, estar entre canchas y preparar partidos de fútbol a vivir tendido en una cama dependiendo de un respirador mecánico. Una tarde decembrina de 2004, cuando solo faltaban dos días para que llegara la Navidad, unos ladrones atracaron su residencia y en el intento por defender a su esposa, Montoya recibió tres balazos que estropearon su médula espinal. En el altercado el técnico no solo perdió la movilidad de sus extremidades sino también la autonomía para respirar.
Desde ese día sus sueños quedaron inmortalizados en deseos no cumplidos y la esperanza de ser el mejor entrenador de fútbol de Colombia parecía más enterrada que nunca. Sin embargo, con el pasar de los años su fortaleza y amor por el fútbol lo hicieron superar todos los pronósticos médicos. Desde 2009 respira por su cuenta y ya ha recuperado la sensibilidad en algunas partes de su cuerpo.
El “Campeón de la Vida” quien le aseguró hace unos años a la FIFA que “tardé un tiempo en dejar de preguntarme por qué a mí o por qué en ese momento pero luego empecé a ver todo con tranquilidad, y me di cuenta que debía seguir adelante”, se convirtió también en columnista de este diario en donde comparte sus opiniones acerca del deporte que siempre ha querido.
Desde que se vio obligado a alejarse de las canchas, varios proyectos se han cruzado por su camino. Entre ellos la docencia, las charlas en el SENA, y la asesoría deportiva, aunque aún no pierde la ilusión de volver a dirigir y asegura que de no poder hacerlo, al menos habrá luchado por lo que quería.
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