Siempre había un equipo de los buenos, y de los otros que
no lo eran tanto, pero supimos unirnos en pro a ver bien a la gente, a
animarse, a luchar en torno a ser una promoción en grande.
Y como no sentirse bien, si es que siempre hubo gente que
ayudó a los que más necesitamos, que siempre buscamos una mano amiga. Por
supuesto que siempre había quien sacara sus chistes y animara al resto, así el
cuento fuera malo lo aplaudían en torno a darle moral.
Como no recordar a la monja, que siempre nos incentivó a
portarnos bien aunque sucediera lo contrario, o alguna vez que tuvimos clase de
música, era la mejor recocha que había, pues se le ponía atención a lo que sea,
menos a lo realmente importante.
En efecto, no estuve muchos años en la institución, pero
que bien me sentí, nunca fuimos menos en muchos aspectos, y la alegría siempre
fue contagiosa. Sin duda que el colegio es de las mejores experiencias de la
vida, y hay que saberla aprovechar.
El ambiente era perfecto para hacer los primeros pinitos en
el amor, y siempre había quien nos tuviera flechados. Los grandes recuerdos
permanecen, y algunas personas que aunque no pudieron graduarse con nosotros,
siempre están presente.
Cada uno era un mundo a parte, pero todos se complementaban
de gran manera, y se apoyaban entre si. Gracias a todos y cada uno, porque me
dejaron algo por aprender, y de mi parte espero haberles enseñado cosas. Que
cada uno en su diferente proyecto se sienta realizado, y pueda lograr sus sueños
con holgura y con miles de bendiciones en el camino de la vida.
Gracias a todos y cada uno, por permitirme compartir un
pedazo de sus vidas, ojalá que sus propósitos se cumplan a cabalidad, y a pesar
de los 10 años de graduados, todavía los recuerdo con gran cariño. Dios los
bendiga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario