Muchas veces en el mundo del deporte, la afición al fútbol
se ha preguntado, por qué en casi todas las ocasiones se han beneficiado
aquellos equipos que se hacen llamar grandes, bien sea por la suerte de los
resultados deportivos, o en otros casos, la ayuda de los árbitros.
Y es que cuando se trata de ayudar a una selección o equipo
chico, siempre se ha evitado hacer lo posible y también lo imposible, para que
corra con la mala suerte en el juego, así mismo pasó el día de ayer, donde en una
jugada, promediando la mitad del primer tiempo, se dejó de pitar un penal claro
sobre un jugador de Perú, ante un Brasil al que le jugaban mano a mano y sin
miedo.
Luego con el 0-0 a favor de Brasil, en cuanto a su
clasificación por diferencia de gol y con la presión en contra de los incas, de
tener que vencer a los pentacampeones del mundo, en la casa de Barack Obama y
ante 60.000 espectadores, el partido se le hizo cuesta arriba a una canarinha
que se fue absorbida por un manojo de nervios.
Entonces llegó la jugada donde Andy Polo le hizo un
mediocentro a su compañero de equipo Raúl Ruidíaz, tanto en Universitario de
Deportes, como en la selección de Perú, para que empujara ese gol de la mano.
Pero ¿cuál es el lío? Radica en que los brasileños como
toda selección grande no es acostumbrada a perder ante los países inferiores en
el papel, pero iguales en la entrega por el objetivo, y se armó una discusión
con el árbitro que duró alrededor de 5 minutos.
¿Por qué tanta trascendencia?. No es casual ni normal que
una selección grande como Brasil, sin importar que actualmente haya dejado de
inspirar miedo, sea eliminado de una manera tan insólita, porque deportivamente
y matemáticamente tuvo toda posibilidad de avanzar, pero su falta de sentido
común y de nivel deportivo les alargó la cantidad de años, a casi una década
sin alegrías deportivas para el país de la zamba.
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