sábado, 2 de diciembre de 2017

ABOLICIÓN DE LA ESCLAVITUD

Los argumentos para la abolición de la esclavitud vinieron del Nuevo Testamento, un texto que proporciona los principios universales del derecho natural para atacar a la esclavitud y defender la dignidad humano y el indiscutible valor de la persona humana.


Hacia finales del siglo XVIII empezó a surgir una oposición moral y política al comercio de esclavos. Varios grupos religiosos como cuáqueros, evangelistas, metodistas y católicos denuncian la esclavitud en nombre de la caridad cristiana y de la dignidad de la persona humana. En Gran Bretaña se funda la Sociedad para la Extinción del Comercio de Esclavos, mientras grupos de cuáqueros en Norte América ayudan a que la opinión pública conozca la verdad sobre el cruel tráfico de esclavos. Peticiones públicas, campañas de boicot y la difusión de materiales describiendo e ilustrando, las condiciones de vida de los esclavos a bordo de los barcos o trabajando en las plantaciones, son algunas de las acciones que estos grupos realizaron.


En 1688 Aphra Behn publica “Oroonoko”, o El Esclavo Real, la primera novela en que se discuten las buenas y malas costumbres en relación a los esclavos.
En 1707 el magistrado John Holt declara que: 


"Tan pronto como un negro pisa Inglaterra, se hace libre". Pero distintas disposiciones judiciales contradicen más tarde este primer intento inglés contra la esclavitud.


El capitan, historiador y escritor John Gabriel Stedman publica en 1794 un recuento de sus experiencias en Surinam, que se convirtió en un clásico de la literatura abolicionista. Stedman se incorporó con su brigada inglesa a las fuerzas holandesas para reprimir una revuelta de esclavos negros contra los dueños de las plantaciones de azúcar en la colonia holandesa de Surinam, en Suramérica. La colonia era conocida por el mal tratamiento que los dueños de las plantaciones infligían a los esclavos.

Cuando Stedman conoció de primera mano tales atrocidades escribió un testimonio con las prácticas inhumanas contra los esclavos. Al volevra Inglaterra en 1784, se decidió a denunciar el derramamiento de sangre de los negros africanos. Con el apoyo del editor Joseph Johnson publicó su Narración de una expedición de cinco años contra los negros rebeldes de Surinam, en Guayana, en la costa salvaje de Sudamérica. La obra estaba dividida en dos tomos, y tenía la apriencia de un libro de viajes, tan en boga en Gran Bretaña después de las expediciones del capitán Cook y trataba de aspectos geográficos, de historia natural, económicos y sociales. La obra fue ilustrada, en su mayoría por William Blake a partir de los dibujos de Stedman. En ellos se reflejaba los suplicios infligidos a los negros. Esta obra y sus grabados causaron gran escándalo y sirvieron de apoyo a las campañas antiesclavistas en Gran Bretaña.

Gran influencia ejercerá el inglés Thomas Clarkson (1760-1846) sobre la sociedad de su época sensibilizando a esta del trato inhumano que se ejercía sobre los esclavos negros, e iniciando el movimiento abolicionista inglés.
Thomas Clarkson tenía unas fuertes convicciones religiosas y además se dedicaba a la política, por lo que empleó toda su influencia para luchar contra un sistema que iba contra los principios evangélicos. Durante siete años recorrió más de 35.000 millas a caballo recopilando testimonios de esclavos y dando a conocer por Inglaterra los horrores del esclavismo. En 1787 funda en Londres la British Antislavery Society
Gran divulgador recogió elementos de tortura que empleaban los plantadores para la sumisión de los esclavos en las colonias: Cepos, grilletes, etc. Pero lo que quizás causó más impacto en sus coetáneos fue el croquis que recogió de un barco negrero en el que se indicaba la capacidad de este para transportar por el océano de manera hacinada y claramente inhumana a los pobres esclavos.


A Clarkson se le reconoce como el iniciador del boicot moderno, ya que logró apelar a la conciencia de los individuos añadiendo en los envases de productos como el cacao o el azúcar la leyenda “no hecho por esclavos”. De esta manera trataba de conseguir que disminuyera la demanda de productos obtenidos bajo trabajo forzado y así facilitar el camino para lograr la abolición total de la esclavitud.

Continuador del trabajo de Clarkson en la lucha por el abolicionismo fue el también inglés William Wilberforce (1759-1833). Miembro del Parlamento inglés por Hull, un concurrido puerto esclavista de Yorkshire conocía de primera mano los horrores del tráfico de hombres. Hijo de un próspero comerciante, el joven Wilberforce llevaba el estilo de vida hedonista de un estudiante universitario en Cambridge, dedicado a la bebida y a las apuestas. A los 21 años de edad ingresa en el Parlamento aburrido del negocio de su padre, pero cinco años después experimenta una profunda conversión religiosa que lo llevó a cambiar de estilo de vida y a dedicar sus fuerzas a liberar a los esclavos. Junto a otros cristianos humanitarios empezó en 1784 una campaña contra el comercio de esclavos. Sus amigos lo abandonaron, sufrió ataques físicos en las calles y su vida tuvo precio, hasta el punto de que unos asesinos estuvieron a punto de acabar con su vida. Pero Wilberforce no se resignó y siguió luchando. En 1791 presenta un proyecto de ley en el parlamento con la intención de abolir el comercio de esclavos, pero fracasó por un amplio margen. Fue entonces cuando recibió el apoyo de John Wesley, el octogenario líder del reavivamiento. En una carta escrita una semana antes de morir, Wesley escribió:

“A menos que Dios lo haya llamado justamente para esto, terminará agotado ante la oposición de hombres y demonios. Pero si Dios está de su lado, ¿quién podría con usted? ¿Son, todos ellos juntos, más fuertes que Dios? Oh, no se canse de hacer el bien. Siga adelante en nombre de Dios y en el poder de su potencia, hasta que aún la esclavitud en Norteamérica –la cosa más vil que haya visto yo bajo el Sol– se esfume. Que la guía divina que desde su juventud Dios le proporciona continúe fortaleciéndolo en esta y todas las cosas, es la oración, estimado señor, de este atento siervo”.John Wesley

En 1807, Wilberforce publicó A letter on the Abolition of the Slave Trade justo la víspera de la importante votación en la que, por abrumadora mayoría se prohibió el comercio de seres humanos en todo el Imperio Británico. Un año después el comercio de esclavos es abolido en los Estados Unidos y en 1815, las principales potencias europeas reunidas en el Congreso de Viena acuerdan terminar con el tráfico en todas sus colonias. El comercio de esclavos se había prohibido, pero no así el trabajo esclavo. En 1823, “el político de Dios” como era conocido Wilberforce entre sus contemporáneos, inició una campaña de diez años para terminar por completo con la esclavitud. Publicó su obra Appeal to the Religion, Justice and Humanity of the Inhabitants of the British Empire in Behalf of the Negro Slaves in the West Indies, en la cual sostenía que la emancipación total e incondicional era un “deber ante Dios” de carácter moral y ético.


En 1831 se produce en Jamaica la revuelta más importante en territorio Británico protagonizada por 20.000 esclavos que quemaron más de 100 plantaciones. Este hecho convenció al gobierno británico de la imposibilidad de mantener el sistema esclavista forzando a la abolición. La noche en que Wilberforce murió, en 1833, la Cámara de los Comunes vota La Cláusula de Emancipación que abolió la esclavitud en todas las colonias inglesas del mundo.

Pero todos estos hechos que tuvieron lugar en el continente no hubieran sido posibles sin el detonante que la independencia de Haití supuso para las mentalidades ilustradas de la época.
Haití constituye un tercio de la isla Española (actual República Dominicana) y era una colonia francesa desde 1697 en el que el Tratado de Ryswick separaba en dos esta isla caribeña. Desde ese momento se intensificó el comercio de esclavos negros que eran empleados como mano de obra en las plantaciones de caña de azucar. El Código Negro francés promulgado por Luís XIV regulaba la vida, el trabajo y las relaciones de los negros.


En 1971 se produce la primera revuelta de esclavos al mando de Bukman. Al morir este asumió el mando de la rebelión un esclavo negro llamado François Dominique Toussaint (1743-1803). Toussaint pronto se hizo famoso por su capacidad negociadora por lo que se le dio el sobrenombre de Louverture. En 1973 consiguió con la ayuda de España la liberación de todos los esclavos consiguiendo así que la asamblea francesa aboliera la esclavitud en la isla. Por ello fue nombrado general, primero y luego comandante militar de las tropas haitianas.


Hacia 1801 Toussaint promulgó la primera Constitución del mundo que reconocía a todos los hombres libres y condenaba la esclavitud a todos los niveles. Toussaint organizó la isla como un estado semiautónomo, redujo los focos rebeldes de mulatos y colonos franceses y rechazó un intento de invasión británica en 1798.


Napoleón no aceptó esta constitución y quisó recuperar por la fuerza la influencia sobre la isla y restablecer la esclavitud. Para ello envió un ejército de 25.000 hombres al mando de su cuñado el general Leblerc. La excusa de la invasión era reclamar una compensación para los colonos cuyos esclavos habían sido liberados, pero Toussaint no se dejó engañar tan fácilmente y replegó sus tropas a posiciones más seguras siguiendo una política de tierra quemada. Durante dos años ambos ejércitos lucharon por el control hasta que Leblerc, mandó traer a los hijos de Toussaint que se encontraban en Francia y con una treta capturó a este. Enviado a Francia murió por una infección en la prisión.


Los franceses nunca más lograron restablecer la esclavitud ni el control en la isla, ya que el poder militar que había construido Louverture era tan fuerte que en 1803, los negros derrotaron al ejército francés en la batalla de Vertieres. Fue esta la primera de las derrotas que sufrió el ejército napoleónico. La independencia de Haití vendría en 1804, en la que sería el primer estado negro del mundo. Francia no reconocería esta independencia hasta 1826, no sin antes recibir a cambio una compensación económica de 150 millones de francos-oro.

DE LA PROHIBICIÓN DE LA TRATA A LA ABOLICIÓN DE LA ESCLAVITUD.

Una vez prohibida la trata, los esclavos seguían siendo propiedad de sus amos. Considerados como mercancías, herramientas o animales, fuente de beneficio, trabajo o placer, eran invitados a reproducirse sin tener la garantía de poder fundar una familia. A menudo los esposos eran vendidos por separado, y los niños arrancados a sus padres. Los propietarios defendían la institución esclavista destacando su papel civilizador y el “dulce” trato que estos recibían por parte de sus amos. Pero esta propaganda estaba contradicción con las numerosas revueltas que se sucedieron (la más célebre la de nat Turner en los Estados Unidos 1831), o con los múltiples intentos de fuga.


Fue Inglaterra la primera que se tomó en serio el movimiento abolicionista, primero actuando de vigilante de que los acuerdos del Congreso de Viena se llevaran a cabo, y segundo procediendo a abolir la esclavitud en sus colonias.


Aunque Francia, España y Portugal interrumpieron el tráfico de negreros antes de 1820, la trata continuó de forma clandestina hasta 1852. Solo en 1820, 40.000 esclavos abandonaron África en navíos franceses con destino a las Antillas, el Sur de los Estados Unidos y sobre todo Brasil, que importaba anualmente unos veinte mil desde 1820 a 1823, y luego una decena de millar hasta 1852.


Las penosas condiciones en que los negros eran transportados en los barcos causaron una gran impresión en la opinión pública del continente. Los barcos negreros seguían una política inhumana en caso de apresamiento por un navío de guerra británico, ya que para eludir pruebas los negros eran arrojados por la borda. Por todo ello las sociedades antiesclavistas trataron de convencer a los gobiernos europeos para conceder a los ingleses el derecho de inspección. De esta manera el ejército inglés se convirtió en una policía marítima contra los negreros, asegurándose así una posición de control sobre las rutas y el comercio por los océanos.


Pero quizás uno de los mayores argumentos contra el comercio de esclavos fue la difusión de muchas enfermedades por estos transportes. La malaria, las deshidrataciones, el cólera y otras enfermedades diezmaban los barcos. Además estas enfermedades también afectaban a la tripulación de los barcos. Muchos de los capataces y marineros morían junto a los negros o días después de haberlos desembarcado. Todo ello invitaba a ver en este negocio más inconvenientes que ventajas.


El movimiento abolicionista de Wilberforce se encargó de dar conferencias, realizar peticiones masivas al Congreso, distribuir tratados abolicionistas, así como emplear mujeres “respetables” como defensoras de la causa. Pero también tuvieron que sufrir bastantes peligros. Recibieron amenazas de muerte, su correspondencia fue confiscada y sus peticiones al Congreso “amordazadas”. Aún así estos individuos, inspirados en el cristianismo, fueron los principales opositores al comercio y al empleo de esclavos como propiedad de un hombre sobre otro hombre.


Los liberales apelanron a los principios de la Declaración de los Derechos del hombre y de los Ciudadanos, para liberar a los negros, mientras que los economistas, como Adam Smith, hablan de las ventajas del trabajo libre sobre el trabajo servil o forzado. En su libro La riqueza de las naciones (1776) lo considera como antieconómico: “si deducimos el coste original y el gasto de su mantenimiento” (de los esclavos).


Para los liberales el mayor obstáculo para la abolición de la esclavitud estab
a en el respeto al derecho de propiedad que los plantadores tenían sobre los esclavos. Cualquier intento de abolición de la esclavitud pasaba por la indemización por parte del Estado y por lo tanto de los contribuyentes. Es por ello que la abolición sufrió aplazamientos en todos aquellos lugares donde los esclavos eran numerosos y los plantadores influyentes.








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